Después de las enfermedades cardíacas, las depresiones representan en la actualidad la mayor carga sanitaria considerando la mortalidad prematura y los años que se pierden por incapacidad.
No hay una depresión única, sino un amplio rango de humores y de expresiones afectivas: el depresivo puede ser un agobiado en busca de estímulo, un ansioso en busca de calma, un insomne den busca de sueño. El agobio se expresa en la temporalidad (“no tengo futuro”), en la motivación (“no tengo fuerzas”) y el valor (“no valgo nada”).
¿Existe una sola forma de abordar las depresiones? La respuesta es no. Es necesaria una mirada amplia que nos permita comprenderla desde un desequilibrio neuroquímico, la herencia, la historia, la vida actual, los conflictos, las condiciones histórico-sociales, las vivencias y los estados del cuerpo. Es decir, abordando a la persona como un “sistema abierto” en interacción constante con su medio. ¿Qué rol cumple la Autoestima en este complejo sistema?
El proceso terapéutico, nos permite mirarnos al espejo de una manera honesta, pero por sobre todo, bondadosa y amable.
Maurizio Andolfi y Ana Mascellani en su libro “Historias de la Adolescencia”